Una segunda oportunidad: Aprender oficios en la cárcel

La frase "que se pudran en la cárcel" es escuchada demasiadas veces luego de que alguien comete un delito. También está extendida la que sostiene que en prisión "tienen techo y comida gratis". Son sentencias que quizás las tengamos muchos a flor de piel apenas sepamos de un caso de inseguridad o lo vivamos en carne propia.
Es entendible en una situación de enojo, como respuesta visceral, pero el análisis de la problemática carcelaria no debe ser desde lo emotivo, sino desde lo racional. Y poniéndonos en un tono de eficientismo, qué sentido tiene que una persona vaya a prisión si luego va a salir con la intención de mantener su vida ligada a la delincuencia.
Teniendo en cuenta esta mirada, en Infobrisas.com tomamos contacto con Martín Stauber, quien es profesor de distintas materias en colegios técnicos, y desde hace un tiempo trabaja en la escuela Extensión 2030, que funciona en la Unidad Penal 15 de Batán.
"La escuela se llama de esa forma porque en realidad es una extensión de la EEST 3, lo que conocemos como el viejo industrial, la escuela técnica “Domingo F. Sarmiento”. Este proyecto se inauguró en 2008 con el esfuerzo de muchos profesores, que aún hoy y luego de jubilarse, siguen siendo profesores de la extensión por el cariño que le tomaron y la satisfacción que genera enseñar ahí", empieza contando Martín.
Lo que se enseña
"En nuestra escuela se aprende la Tecnicatura en Electromecánica. Para recibirse se deben cursar dos años de ciclo básico y cuatro de ciclo superior. Se reciben con un título de técnico y adquieren competencias que les permiten matricularse. Las cursadas son dobles, es decir, mañana y tarde, porque deben acreditar materias normales, específicas de la especialidad y también talleres".
Al respecto, subrayó que "es todo un sacrificio para los internos porque hay que tener en cuenta que el contexto es especial. Nuestra escuela es un espacio agradable y bien preparado para el estudio, pero a diferencia de la calle, un alumno no puede hacer “tareas” ni dedicar tiempo fuera de las cursadas para “estudiar” porque el mundo dentro de los pabellones a veces es muy difícil".

"Esto lo cuento para graficar porque es que los internos suelen inscribirse a los cursos (cortos) de formación para el trabajo o la secundaria CENS, que dura un par de años y en un solo turno, ya que completar nuestra carrera es difícil y con pocos beneficios dentro de lo que suelen acordar los abogados", explicó, remarcando que "la mayoría de los internos se anotan a cursos y escuelas y capacitaciones para recibir pequeñas reducciones de pena".
La cursada y quiénes pueden hacerla
"Nuestra escuela tiene alrededor de 20 docentes de todas las materias y talleres, con una nómina de más o menos 60 alumnos en todos los años", detalló.
Stauber subrayó que "por más que parezca poco, esta carrera se debe comparar con una de grado - sin intención de comparar literalmente -. En Ingeniería se anotan cientos por año y egresan una docena, producto del abandono y dificultad de cursar. En nuestra institución ocurre lo mismo, y como los talleres son la centralidad de nuestro modelo educativo, ya que capacitamos profesionales que sepan trabajar y tengan fundamentos académicos para esos trabajos, es que los que somos profesores de talleres usamos el método de ABP (Aprendizajes Basados en Proyectos). Con este método, se proponen trabajos prácticos que tengan un sentido social y generar empatía del exterior con los internos".
Y ejemplificó con su experiencia personal y con otros proyectos: "Yo tengo una materia en la que hicimos con los alumnos de 4to año ---estufas solidarias---, que son estufas a leña que propusieron profes de la escuela Tavelli y replicamos para donar a comedores que están en los barrios periféricos de algunos internos. También el profe Marcelo Sommariva hizo en los tornos de la escuela con los alumnos punzones para escribir en braille que fueron donados al penal y también a la biblioteca parlante"
"También se hicieron portamacetas para decorar postes de luz, cartas, un libro conmemorativo que se les entregó a excombatientes de Malvinas. Además, se repararon mobiliarios de escuelas, entre otras iniciativas", resaltó.
Bastones de Libertad: un proyecto premiado
Un gran logro para la comunidad educativa fue la distinción obtenida en la Feria Nación de Ciencias por el proyecto de realizar punteras para los bastones de las personas no videntes. Stauber contó que "al profesor Sommariva una persona le contó lo difícil que le era conseguir una puntera para su bastón, y eso generó en los alumnos de 7mo la idea de fabricarlo. A partir de eso fue que trabajamos para conseguir grafeno - que es un material un poco caro - para hacer una puntera que encastre en un bastón".
"Luego de eso lo llevamos a la Biblioteca Parlante y charlamos con uno de los responsables, quien nos explicó que todo lo que creíamos estaba equivocado. Con esa información en la escuela y con la intervención de la profesora de literatura, Solange Romano, se hicieron encuestas con los alumnos y fuimos de nuevo a la biblioteca para entender cuales eran en realidad las necesidades que tenían y como los podíamos ayudar. Así surgió el proyecto Bastones de libertad", continuó.
Stauber comentó que "entendimos que no sabíamos mucho y los alumnos le fueron haciendo preguntas a los ciegos para hacer pruebas, hasta encontrar el producto justo. Así conseguimos solucionar un gran problema para ellos, ya que las punteras son esenciales, porque es lo que los relaciona con la realidad y que sin eso rompen sus bastones. También aprendimos que no las consiguen en las ortopedias por ser productos importados y muy caros, y que lo que hicimos era algo muy importante para un invidente, cuestión que no hubiéramos entendido ninguno de nosotros si no somos ciegos o algún familiar nuestro lo es".
"La alegría de los ciegos cuando hicimos las punteras de aluminio, que les van a durar décadas, nos conmovió a todos, tanto a profesores como a alumnos. Por supuesto que les donamos esas punteras, pero también es un logro importante haberlas hecho y que el costo sea muy bajo, porque permite seguir haciéndolas", enfatizó.
Stauber remarcó que "este proyecto, con la problemática elegida, la hipótesis de trabajo y el proceso hasta el producto final, lo presentamos en la feria de ciencias regional, una competencia que propone el Ministerio de Educación desde hace 50 años. Primero está la instancia regional, que abarca las distintas zonas de cada provincia. En Buenos Aires hay 32 regiones y la de Mar del Plata y su zona es la 19. Allí hubo cerca de 260 proyectos de todos los niveles, incluyendo el inicial, primaria, secundaria, especial, técnica y superior, y los distinguidos fueron 8 proyectos. El único en contexto de encierro fue el nuestro".
"Posteriormente, se hizo en Mar del Plata la Feria Provincial, en donde fueron presentados 360 proyectos de todo el territorio bonaerense. Fue allí que con mucha emoción y sorpresa los profes Marcelo Sommariva, Solange Romano y yo escuchamos que el único proyecto de nuestra región que nos va a representar en Tecnópolis esta semana fue Bastones de Libertad", indicó.
Un momento especial para quienes enseñan
Una vez enterados de que habían sido seleccionados, "se nos cayeron las lagrimas. No solo porque es un gran logro para cualquier docente esto, sino también porque los profes que damos clase en la cárcel cruzamos 6 rejas hasta llegar a la escuela, nos requisan cuando llegamos y dejamos nuestro DNI en la puerta".
"Somos una institución educativa dentro de una punitiva. Sabemos que puede pasar algún día algo desagradable, pero lo hacemos porque creemos que la diferencia se hace en la escuela, porque sabemos que el índice de reincidencia baja notablemente cuando un preso estudia, porque tenemos experiencias personales feas o no tan satisfactorias, pero también tenemos otras, que son las que nos enorgullecen, cuando un alumno recupera la libertad y termina la carrera en la calle o algún otro lo vemos en la calle, nos reconoce y nos da un abrazo de agradecimiento, porque está trabajando porque le sirvió esta carrera", finalizó, con un mensaje de esperanza que nunca debemos perder.
Fotos: Servicio Penitenciario Bonaerense y profesor Martín Stauber