Por Fabrizio Zotta
Cinco preguntas para pensar hoy

El primero en encender la mecha fue Federico Angelini, vicepresidente del PRO en funciones de Presidencia por licencia de Patricia Bullrich. Angelini es diputado por Santa Fe y recibió unas cuantas derrotas este año: fue el compañero de fórmula de Carolina Losada a la que pulverizó Maxi Pullaro, ahora gobernador electo de la Provincia.
Angelini puso el fósforo en la mecha cuando dijo el lunes posterior a la elección: “El PRO no nació para la libertad de acción, sino para dar definiciones políticas. Tirarla afuera, que es libertad de acción, no me parece lo más acertado”.
Ya relegado de su función presidencial, por regreso de Patricia, Angelinifue nuevamente desacreditado por Pullaro, esta vez cuando el bloque de gobernadores en ejercicio y electos de JxCratificó la libertad de acción.
Pero el fuego se siguió avivando con la reunión de los referentes del espacio el miércoles a la mañana en la casa de excandidata: “Hay que escuchar a Patricia”, dijeron todos al salir, pero adelantaron “habrá libertad de acción”, es decir, tirarla afuera, según el mencionado santafesino.
Así y todo, en una decisión que aún se sigue analizando con casi ningún éxito, Bullrich y Petri hicieron la conferencia de prensa en la que hablaron sólo en nombre de la fórmula presidencial que dejó sin chances al espacio. Bullrich y Petri leyeron un documento de 11 puntos exculpatorio, como para intentar justificar algo que tampoco fue dicho con tanta convicción: Antes que Massa, Milei.
Durante todo el miércoles, ningún dirigente de peso del Pro respaldó la decisión, con la excepción de Federico Pinedo. Ayer empezó un goteo, con Ritondo, con Grindetti, que empezaron a tuitear sin mucho estruendo.
Uno diría que Macri debería haber estado de acuerdo, ya que tejió el acuerdo, pero el “ángel exterminador”, como lo bautizó alguna vez Jorge Asís, tuiteó por última vez el martes 24 de octubre, el día anterior, y fue para felicitar a su primo, luego de que Leandro Santoro se retirara del balotaje de Capital. Y después… nada hasta hace minutos, cuando hizo explícito que él estuvo detrás de todo y que “el que lidera la propuesta de cambio es Javier Milei”.
Horacio Rodríguez Larreta, con cierta nostalgia de cuando concitaba atención, se apresuró a organizar una conferencia de prensa en solitario para ponerse al frente de este nuevo espacio que todavía no se terminó de armar: el PRO post cisma Milei. María Eugenia Vidal lo siguió, y también la mayoría de los históricos del partido. Aquí en Mar del Plata, el PRO local también se expidió en un comunicado, dando aquella “libertad de acción” que le hace doler el estómago a Angelini.
La UCR redactó, con la pluma conceptual de Ernesto Sanz, una postura que convocó a la abstención. La explicó en notas radiales y llamó la atención sobre un punto que también lo diferenció del PRO: la pregunta sobre cómo se va a administrar el producto electoral del radicalismo luego del balotaje, porque después del 19 de noviembre, queremos creer, habrá vida. Y habrá nuevas elecciones. La mirada más allá de la decisión electoral del hoy.
También dijo Sanz que si los partidos integrantes de la coalición decidían caminos distintos no había razón por la cual deberían seguir juntos en el mismo espacio. Un claro mensaje hacia los socios políticos: una cosa son las decisiones personales, otra distinta es una postura partidaria. Esa fue la conciencia que sentenció la soledad de Bullrich.
Este punto lleva a pensar por qué alguien expone con tanta claridad que no tiene poder para movilizar a su propio partido. Lo preside, pero no lo conduce; encabeza una mesa vacía. Pocas veces una debilidad así se expone por decisión propia. Para muchos, la conducta de Bullrich es inentendible en su concepto, en su comunicación y también en el tiempo en el que se hizo. ¿Qué necesidad había?, gritaba desde Córdoba Luis Juez.
Elisa Carrió analizó la cuestión con su particular afán anticipador: “me di cuenta, con su cara, la zona oscura de Macri. Dije: lo que va a hace Macri es desgastar a Horacio, entregar a Patricia e irse con Milei, así que para mí es previsible”. Y llamó a impugnar el voto.
Pero, en medio del cimbronazo en Juntos por el Cambio, tuvo lugar también una extraña transformación en los dos candidatos que pasaron a la gran final: Javier Milei ordenó a su tropa intentando evitar equívocos de comunicación por parte de su entorno; y moderó sus modos y expresiones. Pero, el Milei moderado es un Milei contradictorio, que no resiste los archivos y que se queda sin personaje.
Luis Barrionuevo decidió abandonar ruidosamente el acuerdo que había pergeñado en silencio con el libertario. “La dignidad no se vende ni se negocia”, escribió en un comunicado, entiendo que con alguna sonrisa burlona en su rostro. “Patricia Bullrich no sólo ensucia la esencia de la propuesta inicial, sino que desvirtúa y contradice frontalmente los pilares que me motivaron a respaldar a Milei”, dijo.
Y agregó: “No voy a compartir un mismo esfuerzo político con alguien que es la encarnación del castigo al pueblo trabajador, como lo demostró en sus reiterados pasos por el poder. Por estas razones, y pese a todo lo que prometía ser un nuevo futuro para la Argentina, tomo la firme decisión de desvincularme de esta nueva alianza”, expresó.
En la Libertad Avanza dicen que el gastronómico no cumplió con la promesa de poner a disposición 200.000 fiscales en la elección general. Ahí se habría generado la fractura inicial y la decisión de “perdonarse mutuamente” entre Milei y Bullrich le dio la excusa perfecta al histórico sindicalista para quejarse del libertario por ser “casta” y dar un portazo.
Massa, por su parte, habla en todo momento como en voz baja, con un tono que podría parecer cansino, pero que en realidad es contraste con el grito. Disciplinado en todo lo que tenga detrás un objetivo claro, habrá aceptado que la manera de diferenciarse del que grita es hablar bajito. “La verdad es que no seguí mucho lo que pasó con la otra fuerza política”, dijo Massa como distraído. ¿Será su manera de decir que está ocupado gobernando mientras enfrente todos están ocupados en asociarse o pelearse?
Por eso, el giro más increíble de la semana ha sido que Sergio Massa se quede con el rol del crítico anticasta, mientras Milei ejecuta todos los ritos de acceso a la cofradía de la política profesional, abrazando a Bullrich por televisión; reuniéndose de noche en lo de Macri, hablando de que al final la izquierda no era una mierda, sino que podrían ser de valor para el ministerio de desarrollo humano.
Mientras los demás están en estos menesteres, Massa anunció el dólar exportador, anunció la adjudicación del 5G, hizo un acto en San Miguel defendiendo la educación pública, anunció que “el lunes más de 1 millón de argentinos van a recibir entre $50.000 y $500.000 por la eliminación de Ganancias”; y se permitió decir que “el pacto entre Bullrich y Milei le genera confusión a la gente por las contradicciones”.
Ironías del destino argentino. Justo ayer se cumplieron 40 años del cierre de Alfonsín en la 9 de Julio en el que se recitó aquel rezo laico que respondía a la pregunta de algún distraído al costado del camino, al “hacia dónde marchan, por qué luchan”. Y se respondía el futuro presidente que era para “promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.
La libertad. La libertad de acción, la libertad… carajo.