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POSTALES DE PROVINCIA

Video: Del barro al ladrillo, la vida de los horneros de Cucullú

sábado 04 de noviembre de 2023
Video: Del barro al ladrillo, la vida de los horneros de Cucullú

Cucullú es un pintoresco pueblo del partido de san Andrés de Giles. Desde Mar del Plata se llega viajando por la Autovía 2, luego por la Ruta 41 y finalmente por la Ruta 7 hasta el acceso, a 7 kilómetros de la cabecera del partido. Es un pueblo chico, de unas 10 manzanas aproximadamente, de calles de tierra a excepción de la calle principal que se encuentra asfaltada. Cuenta con una capilla, sala de primeros auxilios, destacamento policial, la Escuela Primaria Nº 5 y el Jardín de Infantes Nº 905. El lugar de encuentro y esparcimiento de sus habitantes se da en el Club Atlético Cucullú.

Hacia 1847, 2 jóvenes hermanos españoles, Juan Simon e Isidro Cucullu, se instalaron en San Andrés de Giles con una casa de comercio. Prosperaron a punto tal de adquirir tierras, algunas de ellas aledañas al arroyo del sauce. Desde 1887, Corría desde Chacarita, el “Tramway rural” de los hermanos Lacrosse. Se trataba de un vagón tirado por caballos. El 29 de octubre de 1898, Juan Simón de Cucullu donó tierras para que se levantara una estación para el mencionado tren. Al poco tiempo los caballos fueron reemplazados por locomotoras de vapor. Junto a la estación, comenzó a formarse un núcleo poblacional que toma el nombre del donante de las tierras, Cucullú.

En la década de 1940 se instalan los primeros hornos de ladrillos. Para trabajar en ellos llegan familias del interior, especialmente de Corrientes, Entre Ríos y algunas de Santiago del Estero. El pueblo fue creciendo hasta convertirse en uno de los más importantes del partido. En 1980 había 150 hornos en el partido de San Andrés de Giles, hoy quedan alrededor de 35 . En homenaje a esos esforzados trabajadores, entre los últimos días de octubre y los primeros de noviembre, se celebra la “Fiesta del Hornero”, donde se combina ese oficio que representa al lugar con lo mejor de la gastronomía criolla y espectáculos artísticos.

Guillermo Ramírez integra la Comisión de la edición 2023 que se realiza este domingo 5 de noviembre y comentó los preparativos en “Postales de Provincia”.

“Esta fiesta nació como pasa en todos los pueblos. Dijimos tenemos que hacer una fiesta para que el pueblo no se pierda, porque en realidad los pueblitos se están perdiendo, entonces surgió para traer un poco de turismo. Esto fue en el 2006 y como acá lo que se destaca son los hornos de ladrillos, hay más o menos unos 30, entonces decidimos hacer una fiesta para agasajar a ese trabajador que está todo el año cortando esos adobes que después pasan a ser los ladrillos comunes. El pueblo tiene 1.200 habitantes, en la comisión somos 8, pero después tenemos al pueblo entero ayudándonos con una cosa o con otra. El día de la fiesta más o menos somos unas 200 personas que trabajamos para poder atender a todo el público que nos visita.”

El evento que se realiza en el predio de la antigüa estación de trenes, comienza a las 10 de la mañana con entrada libre y gratuita. Por el escenario desfilan grupos de danzas folklóricas y músicos populares para terminar bailando al atardecer. También durante la fiesta se muestra como se realiza la elaboración de los ladrillos. Esta tarea tiene distintos pasos, que Guillermo conoce desde su infancia.

”El proceso del ladrillo comienza con una especie de batea gigante donde se coloca tierra, se echa agua y paja, y allí  antiguamente se comenzaba a pisar con caballos para ir haciendo la mezcla. Hoy en día, es un poquito más fácil, los pisaderos son los mismos pero están hechos con piso de cemento y bordes de tierra. La liga se trae de San Isidro o del hipódromo de Palermo, son las camas de los caballos, mezcla de paja y aserrín. Se echa abajo y después se llena de tierra con tractores con una pala que viene atrás y que va dejando toda una vuelta, quedan huellones donde se echa agua, más o menos durante unas 12 horas. Al otro día se entra con un tractor, antes era a caballo, que tiene dos cuchillas atrás que van girando a medida que va trabajando, son dos paletas como si fuesen la que cortan el pasto en la ruta pero trabajan al revés, pegan en el barro y van cortando el barro y la paja haciendo ese amasado que después queda como si fuese una manteca.” Uno de los secretos para que los elementos se liguen es el empleo de bosta de caballo, cuyos componentes químicos hacen que se unan la tierra, el agua y la paja y quede una masa uniforme y que al exponerla al fuego no se parta.

“Luego de unas ocho o nueve horas con el tractor dando vuelta, se tapa con un nylon negro para que no se seque, y después van los obreros, los trabajadores con una carretilla de madera con una rueda como si fuese de una moto y con eso cargan el barro y lo llevan a las canchas donde ellos cortan el adobe, son canchas de 50 metros de largo por 45 metros de ancho por pisadero. Llegan ahí a la cancha, tienen un banco tienen agua y el molde y una tablilla. El molde es donde se pone el barro con la mano, se aprieta con las manos y eso es lo que le da la forma al ladrillo que es una forma rectangular que tiene 6 centímetros de alto, 12 centímetros y medio de ancho por 25 centímetros de largo. Se hace ladrillo por ladrillo, se cortan de a dos, pesan alrededor de 10 kilos mojados, después en seco pesan mucho menos, un kilo y pico, casi dos kilos. Un cortador corta entre 3.500 y 4.000 adobes por día, de a dos. O sea son 4.000 bajadas, 8.000 bajadas, porque tienen que agacharse para ponerlo al piso. Tiene una cintura de goma. Y después el secado, una vez que lo cortan, los pueden agarrar con la mano y apilarlos, para que después pase el aire y se sequen bien. Eso lo hacemos hoy en tarima de madera para que después venga un auto elevador, los agarre y lo lleve hasta la hornalla. Todo eso antes se hacía a mano, en unas carretillas que llamaban bicicletines.”

Otro momento clave de la fiesta es mostrar como esos bloques de adobe se transforman en los ladrillos que conocemos. A eso se le llama la quema de hornalla. El proceso consiste en armar una pila de bloques de adobe y en la base dejar una especie de canales donde se coloca la leña que al quemarse irá cocinándolos hasta que adquieran ese tono anaranjado característico.

“Lo que vamos a hacer en la fiesta es armar una hornalla chiquita de 20.000 adobes ( las de los hornos de acá son de 150, 120 mil adobes ). Se arma y después se hacen unas boquillas como le llamamos nosotros, que es donde uno pone la leña adentro, y eso se tarda más o menos, entre cuatro y cinco horas para quemar las hornallas y cocer los adobes, porque las tierras acá son muy calientes, tienen bastante fuerza, si no antes había tierras frías y se tardaban 30 horas más o menos para quemar, desde que la prendía hasta que cerraba la hornalla. Se hace con leña, con eucalipto, con acacia, la leña de los desmontes que hay acá en la zona.”

Mientras la gente que se acerca el día de la fiesta disfruta de la música y aprende los secretos de este trabajo artesanal, la gastronomía no deja de ser parte importante del festejo. Se puede disfrutar de un buen asado o unos ricos choripanes, pero Guillermo recomienda la especialidad del lugar: “Acá lo que van a probar es la chancha asada con pelo, es una comida típica de  San Andrés de Giles que es una delicia. Es un chancho de 140 kilos que se cocina desde el lomo hacia abajo, no se le hace fuego abajo. Se cocina al revés, entonces toda esa grasa que tiene el tocino pasa por dentro de la carne y eso es lo que le da un sabor espectacular.”

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