13.6ºc 
Reclamo unánime por Malvinas
Por Daniel Temperoni. Desde la usurpación de nuestras Islas Malvinas en 1833 por el Reino Unido de Gran Bretaña, Argentina ha reclamado que las partes se sienten a hablar de soberanía.
El 16 de diciembre de 1965, el Comité de Descolonización de Naciones Unidas aprobó la primera resolución para que ambos países iniciaran el camino del diálogo.
Hasta el presente, los sucesivos gobiernos británicos se han negado a aceptar ese llamado y todos los que se sumaron a través de las décadas.
Una vez más, la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos y su par de la ONU a través de la Comisión de Política Especial y Descolonización, cada una en su ámbito natural, aprobaron fuertes recomendaciones para que sendas naciones finalmente traten de forma diplomática la situación en nuestro archipiélago irredento.
El pleno de la OEA, por aclamación, avaló el pedido para la “reanudación de las negociaciones” entre Argentina y Gran Bretaña por los “derechos legítimos” que posee nuestro país.
"Los derechos territoriales inalienables de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, van juntos con la posición de esta región; se necesita una solución pacífica y negociada", afirmó su titular Luis Almagro.
Además, resaltó que son "inadmisibles las explotaciones o modificaciones unilaterales" que se realizan sobre "la plataforma o mares territoriales".
En Naciones Unidas, hubo pronunciamientos de Ecuador y Uruguay, así como de Nicaragua, México, Guatemala, Perú, Brasil y Panamá, donde se incluyó a la CELAC y el Mercosur.
La representación argentina ratificó la sustentación del reclamo y señaló que "en la cuestión de las Islas Malvinas nos encontramos con un territorio colonizado por el Reino Unido, sin que haya un pueblo sujeto a las subyugación, dominación o explotación colonial".
Los antecedentes en los foros internacionales tienen más de medio siglo y se van engrosando a medida que pasan los años.
Sin embargo, el largo brazo del colonialismo se mantiene en Malvinas y en poco más de una docena de enclaves alrededor del mundo.
La mayoría son británicos, país cuya postura no se modifica conforme se alternan conservadores y laboristas en el Parlamento, y se suceden monarcas como Isabel II, aquella que ordenó a Margaret Thatcher “hundir esos barcos” en 1982.
