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Las inequidades de un mundo conectado
Por Daniel Temperoni
Casi tres cuartas partes de la población mundial de más de diez años, posee un teléfono celular que le facilita el acceso a internet.
Sin embargo, un tercio de ese universo de personas continúa hoy sin poder conectarse a la red global.
Es lapidario el informe dado a conocer por la Unión de Telecomunicaciones que depende de la Organización de Naciones Unidas.
Una primera mirada estableció que hay 259 millones de mujeres menos que de hombres con posibilidades de acceder a la conectividad, y que sólo el 63% de ellas han usado este año el recurso en comparación con el 69% de ellos.
Con respecto a los teléfonos celulares, se afirmó que “son la pasarela más común para utilizar internet”, mientras que “el porcentaje de propiedad sirve de indicador de la disponibilidad y el acceso a la red”.
Se advirtió que tener un aparato móvil no necesariamente implica acceder a la red y se planteó que la conexión aumenta, aunque no lo hace “con la rapidez y equidad a lo largo del mundo que se necesita”.
El mayor contraste estadístico en el informe de la UIT, quedó plasmado en la tenencia de un celular.
El 95% de las personas que residen en países más desarrollados poseen uno, en tanto ese índice se reduce a 49% en los países pobres.
El trabajo reveló que, tras la pandemia, unos 5.300 millones de personas utilizan internet, mientras que el 33% está fuera de la conectividad.
Asimismo, durante este año el uso del servicio bajó de 1,9% a 1,5% del promedio del ingreso nacional bruto por persona.
Como contrapartida, el valor continúa “demasiado elevado para los consumidores en la mayoría de las economías de bajos ingresos”, donde un plan básico llega al 9% de los ingresos medios.
"El acceso a internet es considerado cada vez más como un servicio clave", aseguró el organismo de la ONU.
Mientras tanto, en Argentina la justicia mantiene suspendida una medida cautelar sobre el DNU 690/20 que declaró servicios públicos esenciales a la conexión a internet, telefonía móvil y TV por cable.
Hoy esas prestaciones no tienen tarifas asignadas y su valor depende del capricho de las empresas que las ofrecen.
