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Un rincón de la Ruta 66 entre las sierras de Tandil

jueves 14 de septiembre de 2023
Un rincón de la Ruta 66 entre las sierras de Tandil

La Ruta 66 es sin dudas, una de las carreteras más famosas del mundo y un símbolo del modo de vida americano. Su trazado se ha visto retratado en series televisivas y películas, y ha servido de inspiración para temas musicales. Las cafeterías y casas de comidas al costado de sus largas rectas siempre han servido de locación para la industria del cine hollywoodense. El sueño de Carlos Giosa, un empresario amante de los autos y motos vintage, logró que esa magia hoy se pueda revivir en medio del paisaje serrano de Tandil.

En diálogo con Beto Mena y Luz Dubedout en “Plan Luz”, contó como surgió esta historia:

  “Yo nací en Lanús, provincia de Buenos Aires, a los 10 años me mudé a Burzaco, ahí viví toda mi infancia, mi adolescencia y parte de mi adultez. Hasta los 45 años estuve allí, formé una familia hermosa, dos hijos, mi señora. Y ahí empecé con mi empresa, tengo una fábrica de grifería plástica. Y bueno, como el Gran Buenos Aires se puso muy pesado, me robaron dos veces y ya la tercera me salvé por poquito, decidimos cambiar de vida. Yo viajaba muy chico con mi papá y mi mamá acá a Tandil, eran fanáticos y nos vinimos a vivir acá. Hace unos ocho años más o menos. Tandil me cambió la vida, a mi familia, a nosotros. Es como que te deja soñar un poquito más y dedicarte, en vez de estar cuidándote y todo eso, a soñar y a vivir.”

Desde su niñez, las motos y los autos fueron su devoción: “Desde los cinco años con un primo mío, Pablo, que tiene más o menos mi edad, íbamos por las gomerías buscando cubiertas viejas y con palos, maderas, clavos que le sacábamos a nuestro abuelo, alambre armábamos autos, nos sentábamos y hacíamos que andábamos, empezamos desde muy chiquitos con el fanatismo y la locura por los autos. Yo siempre tuve motonetas de chiquito, que era a lo que yo llegaba en su momento, era una Siambretta. Me la compré a los 15 años, porque mi viejo de joven había tenido; la desarmaba, la armaba, la pintaba, la despintaba y bueno, arranqué con eso hasta que después obviamente me puse a estudiar, me puse de novio, me casé y todas esas cosas: la familia, el trabajo, la casa y después, cuando ya llegué a una estabilidad más o menos, empecé, compré una moto, dos motos, porque allá no tenía mucho espacio donde vivía y después, antes de mudarme para acá, me compré un Jeep, un modelo 58, original, que estaba impecable.”

Un viaje largamente  anhelado fue la semilla que terminó dando como fruto este lugar que hoy se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la ciudad de la Piedra Movediza: “Ahí empezó, vine a vivir acá, pusimos otra planta industrial, y una vez que nos acomodamos, cuando cumplí 50 años, concreté algo que nos debíamos, que yo quería, el viaje a Estados Unidos con la familia para conocer la Ruta 66. Fue una locura, más allá de eso ya tenía 20 autos que había ido armando. Desde que me instalé en Tandil me dije. A partir de ahora quiero hacer lo que me gusta. Como yo soy matricero estoy todo el día con las manos sucias, con grasa y viruta, así que empecé a comprar autos que a nadie le servían para reciclarlos. Siempre que estuvieran bien de papeles, compraba cualquier cacharro. Y ahí empecé con el tema de los Hot Rods, a mí me gustaban mucho, me gusta mucho lo americano, motores potentes, y bueno, ahí comencé a hacer autos, vendía uno, me traía tres, los ponía en condiciones y los tenía desparramados por distintos lugares. Cuando estábamos en EEUU, le digo a mis hijos: lo que tengo que hacer es un granero, un galpón para meter los autos, hagamos un museo. Cuando llegamos acá nos agarró la pandemia, mucho tiempo para pensar. El Covid se llevó mucha gente, y ahí empecé a reflexionar que la vida no es solo el trabajo, sino darte los gustos, y bueno, ahí nos juntamos en familia y arrancó el proyecto.  Mi hijo con mi nuera, que es chef, propusieron anexarle una hamburguesería bien al estilo norteamericano. Así nació Granero 66, un lugar temático, donde venís, comés buenas comidas, buenos postres, y aparte, recorres el museo, que es gratuito.

Desde el 2021, Carlos y su familia finalmente abrieron las puertas del lugar. “ Acá tengo en exposición unos 30 autos, que los voy rotando, porque tengo más de 50, el tema es ir cambiando para que la gente cuando viene siempre vea algo distinto. Van a ser dos años en diciembre, y la verdad, es un sueño realizado, trabajar en familia, mis chicos contentos, la gente que viene enamorada, y bueno, lograr uno de mis tantos sueños: que la gente también disfrute, porque no era solo tener los autos guardados y mostrárselos a algún amigo, la idea es que la gente lo viva, es compartir mi pasión. Tengo una camioneta de bomberos, un auto de policía, un camión de Coca Cola, un camión de Pepsi, voy mostrando a la gente el paso de la historia con vehículos tradicionales de la época.

Hay una parte del museo donde todo es bien argentino:un bar viejo, antiguo, imágenes de Caminito, la Boca, hay un taxi, un colectivo de los años 30, que eran los primeros que andaban en Tandil, un Siam Di Tella, entre otros tesoros.

Desde lejos, por la avenida que serpentea entre los cerros, se ve la impactante figura de un avión de guerra. “Pensando, pensando, me junté con un amigo que es ingeniero aeronáutico, y me dice: ¿no te animás a colgar un avión? Le digo, ¿pero de dónde lo sacamos? No importa, yo te lo hago, yo te hago un Mustang, un P-51 de la Segunda Guerra. Y bueno, te puedo asegurar que es una réplica al 75%, que es lo que llama la atención cuando estás llegando al lugar.”

Giosa desborda entusiasmo en cada frase. Y destaca lo reconfortante que es compartir su pasión con los demás. “Estamos todos en familia, mi señora es contadora, es la que lleva un poco los números, mi hijo estudia administración de empresas, hay casi 20 empleados, pero es todo a pulmón. Son casi más de mil metros cuadrados que bueno, hay que mantenerlos y ponemos el esfuerzo en eso, en la atención de la gente, que la gente se vaya contenta y quiera volver. Yo tuve, gracias a Dios, la oportunidad de viajar a Estados Unidos, a la Ruta 66, y hay gente que ha viajado y dice esto está igual, y está la gente que no, por situaciones económicas, no puede viajar y le damos un pedacito para que viva lo que uno siente cuando está allá, que eso es lo que busqué, traer un pedacito de la Ruta 66 acá a Tandil y que la gente que esté adentro, se sienta en otro mundo, en una película.”

Fuera de temporada el lugar abre viernes, sábados, domingos y feriados de 11.30 a 24 hs. y a partir de diciembre, todos los días menos los martes. Para llegar al lugar, desde Mar del Plata se llega por la Ruta 226 hasta la rotonda de la Ruta 74, allí se gira en dirección a Benito Juárez y luego se toma la primera salida a la derecha ( Avenida Don Bosco ) hasta llegar a la altura del 2200, frente al sector donde antiguamente estaban los boxes del circuito semipermanente donde se corrían las carreras del TC, dos kilómetros y medio antes de llegar al Dique.

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