Por Fabrizio Zotta
Cinco preguntas para entender la semana

“Espectáculo público en el que se lidian reses bravas en una plaza cerrada siguiendo unas precisas normas, reglamentos y suertes”. He aquí la definición de corrida. Claro, al hablar de reses es obvio que el diccionario se refiere a la corrida de toros, pero la similitud con la fiereza de esta semana me llevó a pensar que hablar de una corrida en Argentina se parece mucho a seguir los firuletes del torero, y a la crueldad del final.
Quizá no califique como tal, pero esta semana corrimos un poco: nos corrieron el arco otra vez, tuvimos ganas de salir corriendo. Hubo, entonces, varias corridas en una. Pero vayamos a los hechos:
A pocas horas del segundo debate presidencial, le preguntaron a Javier Milei en una entrevista qué le aconsejaba hacer a un pequeño ahorrista al que se le estaba por vencer el plazo fijo: “Jamás en pesos, jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende, no puede valer ni excremento, porque esas basuras no sirven ni para abono”, dijo. Y la cosa empezó.
El miércoles 10 de octubre, hace apenas tres días, el dólar rompió un nuevo récord, esta vez con una carga simbólica importante: cotizar en cuatro cifras. Llegó a los 1050 (otro número en presente continuo para la economía argentina) y terminó cerrando, ese miércoles, en 1010. De allí fue buscando su lugar y cerró ayer en 980. Nuevamente con las tres cifras a las que ya nos tenía acostumbrados.
Acá podemos volver a la definición de corrida con la que abrimos: “precisas normas, reglamentos y suertes”, decía. Ante el inicio del movimiento de la divisa, se movieron las normas y los reglamentos, la suerte… más o menos. El Banco Central subió las tasas de interés para plazos fijos a 133 nominal anual, esto es 15 puntos más de la que había. Podría ser un respiro para el fatigado ahorrista en pesos, pero, casi en paralelo, se conoció el dato de inflación de septiembre.
Otro triste récord: 12,7 puntos, la más alta desde 1991. Las suertes del gobierno no se consolidan y las medidas inflan una situación que, se viene diciendo desde hace mucho, es insostenible, pero que se termina sosteniendo, de una u otra manera.
El otro reglamento que se puso a funcionar es el jurídico: Alberto Fernández, el silente y saliente presidente de la Nación denunció penalmente a Javier Milei por sus dichos y lo acusó de "intimidación pública". También fueron denunciados a jefe Ramiro Marra, y el candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, Agustín Romo.
Sergio Massa cuestionó la decisión, más que nada porque “no fue consensuada”. Alberto no lo consultó previamente, y Massa lo vio como un signo de debilidad: es mejor ganarle en las urnas que llevarlo a Tribunales, dijo un colaborar cercano. Como siempre sucede en estos casos, se enviaron operativos para desarmar “cuevas” en la city porteña: como si sólo el dólar ilegal se comercializara en semanas calientes.
Milei respondió al presidente y al ministro, en conferencia de prensa. Volvió a decir que el peso es excremento y relativizó su poder para generar una corrida. “Lo que chilla es el statu quo que nosotros vinimos a cambiar”, dijo. Un poco celebrando, Milei se fue del recinto de la conferencia explicando que el presidente los había subido al ring y les dio el espacio para asestar algunos golpes certeros. ¿Se habrá enojado por eso Massa? ¿No es parte del manual básico de la política no armarle escenarios a los demás? Acto seguido, Alberto se fue a China.
¿Y Bullrich, la tercera en discordia? También expresó lo suyo, y volvió a poner en el primer plano de su campaña a Carlos Melconian: utilizó la corrida para intentar llevar tranquilidad, se respaldó con equipos técnicos y apuntó contra sus contendientes: “Frente a la irresponsabilidad de Massa, cuyo único objetivo es ganar un voto, se está generando un movimiento tan rápido que estamos al borde del precipicio”, dijo. Y también atendió a Milei: “llama a dolarizar porque quiere cumplir su idea, aunque 46 millones de argentinos pierdan salario”.
Melconian, quien ingresó en la campaña luego de las PASO a representar la tranquilidad y la esperanza, no tuvo su mejor semana. Carpetazo o no, unos audios filtrados en los cuales se lo escucha con dichos y sugerencias escandalosas a una empleada lo pusieron en el centro de la atención, pero no por las razones que busca Bullrich. Sin causa judicial formal, por ahora se está analizando si es un fake o no. Un capítulo abierto en la última semana previa a las elecciones.
Es que no ganamos para disgustos: aquellos reglamentos y suertes tampoco fueron suficientes para que no se devele otra sospecha algo escandalosa: cinco funcionarios, todos vinculados a la primera línea del gobierno nacional y provincial, fueron expuestos por un informe presentado ante la jueza del Segundo Distrito de Nueva York solicitando se brinde información sobre tráfico de dinero mal habido por parte de servidores públicos argentinos. El más conocido es José Ignacio de Mendiguren, ex presidente de la UIA y actual secretario de Industria y Desarrollo Productivo, íntimamente ligado a Massa.
Será otro capítulo abierto para este último tramo de campaña, pero el mismo día en el que Massa dijo que hay cuatro o cinco vivos que debilitan con su accionar las reservas del Banco Central, cuatro o cinco de los suyos fueron apuntados por hacer exactamente eso. ¿Operaciones o ironías del destino?, todavía no lo sabemos.
Tanto los funcionarios provinciales, como De Mendiguren negaron haber hecho transferencias ilícitas, después de haberse conocido el tema con una nota de Carlos Pagni. “No fugué un millón de dólares”, dijo el secretario del gobierno nacional. De todos modos, a Massa tampoco debe haberle gustado mucho.
El viernes que viene a esta hora estaremos en veda electoral en la previa a una de las elecciones más enrarecidas de los últimos 20 años. Quizá en una de las más trascendentes, porque Argentina parece estar rota en varios niveles y, dos décadas después del “que se vayan todos”, que no dañó en lo profundo a la dirigencia política, esta vez parece que algo cruje en serio. Un poco de silencio no vendrá mal, pero nos falta todavía una semana en la que puede pasar de todo.
Como en las corridas, los reglamentos y las suertes suelen terminar siempre en lo mismo. Tratemos de estar a salvo y, sobre todo, fijarnos bien de no ser nosotros las reses bravas de la plaza cerrada de esta Argentina de hoy.