Por Adrián Barbarulo
Resumen de la semana

Comenzamos la cuenta regresiva, solo 2 días para el debate y apenas 9 para el ballotaje así que las propuestas tienen que ser la principal carta de los candidatos que se juegan a suerte y verdad en la elección del 19 de noviembre.
Pero no, las propuestas no llegan y no van a llegar. Los contrincantes y compañía se transforman en esas voces que aparecen al oído del integrante desencantado de una pareja que busca consuelo en el que se acerca, lo escucha y le dice lo que quiere oír, por lo tanto, el virus ya penetró en el organismo y no hay tratamiento que lo cure.
Las campañas se definen desde lo emocional y cuando la emoción supera la razón, las ideas suelen tornarse confusas y las decisiones impredecibles. El electorado está ganado por la angustia, el desencanto y, mientras el cronometro corre para llegar a las urnas, aparece la pavura de condenar al país a la opción menos pensada.
Ahora les pido que hagan una pausa ¿de quién piensan que voy a hablar? Díganlo en voz alta, fuerte… lamento informarle que perdieron. Intentaré ponerle palabras a los 2.
Los 2 son las opciones menos pensadas, uno es el presidente de hecho y no da pie con bola y el otro acumula desquicios y su carta de presentación es no tener historia.
Les pido perdón por no abordar temas locales, pero la polarización nacional nos ha dejado un stand by, una pausa, que se transforma en una burbuja acompañada por las vacaciones de Guillermo Montenegro y las elecciones resueltas sin sobresaltos, nos dejaron huérfanos de noticias de la aldea y adoramos la polarización entre Massa y Milei.
Vamos a ir de atrás para adelante. Sergio Massa utilizó en campañas anteriores, cuando combatía al kirchnerismo los términos “ñoquis”, “chorros”, “los voy a meter presos”, “no me junto nunca más”… Esa actitud del ministro candidato le permitió ganar en el 2013 las legislativas y logró ponerle freno a la reforma para la perpetuidad de CFK.
Javier Milei, elaboró su triunfo en la PASO con construcciones similares como “la casta tiene miedo” “políticos chorros” “juntos por un cargo” “montonera asesina”… ¿No me van a decir que no son parecidos? El León armó con eso, lo que integrante de la pareja desencantada quería escuchar.
Uno ganó en 2013 y otro ganó en la PASO 2023, pero me gustaría compartirle mi sentimiento de que usaron una estrategia parecida, pueden haber variado un poco las formas, pero los dos endulzaron los oídos de los que querían escuchar.
Esas promesas, fueron falsas como cantaba Tambó Tambó. Massa se arrepintió 6 años después y se juntó con Cris y con Alberto Fernández para “ponerle un freno a la derecha”, está claro que le salió como el traste porque la derecha de Macri y compañía, en la escudería de Juntos por el Cambio, era la Internacional Socialista al lado del “Peluca” y Victoria Villarruel.
Milei también cambió. La noche de las generales dijo que iba a hacer “Tabula rasa” y se dedicó a invitar a todos. La montonera no lo era tanto, el radical Petri estaba vacunado contra el alfonsinismo, Sturzenegger un crack del banco Central.
La verdadera diferencia son los tiempos, uno tardó 6 años en cambiar y el otro tradó 4 horas. Por lo tanto, el problema no se sostiene por los cambios, da lo mismo quien cambie, se sostiene porque solo nos regimos por las emociones.
La mayoría de nuestras explicaciones sufragantes comienzan la frase “no puedo votar a tal”. Entonces votá en blanco o votá al otro, eso es entrelazar la emoción con la razón.
Ahora los invitó a interactuar un poco más ¿ustedes siguen siendo los mismos? No quiero saber la respuesta, solo quiero que lo piensen.
Por último, les dejo la definición de cambio para el psicoanálisis. En psicología, se entiende el cambio como una dinámica propia de los individuos, fruto de complejos procesos de autorrealización, de trauma, o de mutación y resistencia a la misma. Esto es, el cambio es comprendido psicológicamente como un proceso adaptativo de la mente humana.
El problema no es quien cambia, el problema es lo que nos provoca a nosotros ese cambio de otro.