Icebergs de sal de 5 metros de altura: un paisaje impensado en el sur bonaerense

Cuando se habla de salinas, lo primero que viene a la mente son las grandes extensiones blancas del noroeste argentino. Sin embargo, en el partido bonaerense de Villarino, a unos pocos kilómetros al oeste de Bahía Blanca por la Ruta 22, una gigantesca superficie contiene toneladas del mineral que luego llega a nuestras mesas para darle sabor a la comida. Este singular paisaje también constituye un atractivo turístico del sur de la llanura pampeana.

En diálogo con Beto Mena y Luz Dubedout en “Postales de Provincia, la Subsecretaria de Turismo Laura Córdoba contó los detalles de las Salinas Chicas.

“Es apasionante conocer la historia de nuestro planeta, porque esto data del Pleistoceno, cuando un brazo de mar se retiró y quedamos inmersos en una depresión tectónica de 42 metros por debajo del nivel del mar, o sea que estamos en un pozo que almacena una capa salobre que se llama salmuera y esta capa se llena en los meses de otoño e invierno con las lluvias, y en verano con la evaporación se forma esta cristalización de sal que nosotros podemos tener en nuestras mesas. En el mes de enero se produce la cosecha, ahora tenemos la posibilidad de ver una capa rosácea que cubre toda la laguna, que son unas 5.000 hectáreas y que esto tiene una cosecha anual de unas 300.000 toneladas por empresa. Son dos empresas que están trabajando en este espejo. Ese color rosáceo se debe a una microalga que vive en este ambiente salobre y que además lo curioso es que esta microalga es consumida por un parásito que se llama artemia salina y a esa artemia la comen los flamencos, por eso los flamencos tienen ese color rosáceo. Esto es la cadena alimenticia en su máxima expresión.”

“La depresión en la que se encuentra la salina está rodeada de un bosque de caldenes y chañares, que en este momento se encuentra verde, y con ese espejo de sal entre medio de ese ambiente bien de bosque. El lugar más cercano es Médanos que se encuentra a 20 kilómetros de Nicolás Levalle, la antigüa estación desde donde se sacaba la sal. Era un pueblo que tenía exclusivamente como actividad la salina, la sal se sacaba en vagones de trocha angosta que trasladaban hasta Nicolás Levalle y ahí las volquetas lo pasaban a los vagones normales que eran trasladados hasta Buenos Aires. Hoy solo quedan dos o tres personas y ese lugar funciona como museo. Unos pocos vecinos reapropiaron el lugar y es un museo y casa de té. Acá en Villarino se puede acceder a visitar el lugar gracias a un convenio que tiene la Dirección de Turismo con la empresa que realiza la explotación de la sal.”

Laura Córdoba habla de los productos típicos de la zona con orgullo: “ Si querés ponerle sabor a tu vida tenés que venir a Villarino.” Uno de ellos es el ajo, principalmente en la zona de Médanos, la ciudad cabecera. Allí se celebra cada año la Fiesta Nacional del Ajo. Algunos kilómetros hacia el sur, se encuentra Hilario Ascasubi, zona productora de cebolla, que también tiene su Fiesta Provincial en el mes de marzo. A estos cultivos se suma la elaboración de miel de excelente calidad. “Tenemos las mejores abejas polenizadoras acá y hay diferentes tipos de miel. En Médanos se elabora miel cremada, es una miel que pasa por un proceso de batido y queda de un color blanco al igual que la crema.” Y siguiendo con los sabores, en octubre se realiza la “Fiesta Regional del Budín” en Argerich, un pueblo de 90 habitantes que recibe 5000 personas para ese evento.

El partido tiene dos complejos termales, uno en la ciudad cabecera y otro en Pedro Luro. La diferencia básica más allá de todas las propiedades curativas que tienen es el color ferroso que tienen las aguas de Pedro Luro, que en realidad surgen cristalinas a una profundidad de unos 930 metros y en contacto con el oxígeno se oxidan y toman un color rosáceo que se utiliza para hacer fangoterapia.

La zona, ubicada en la “pata” de la provincia, también tiene mucha historia. Cuenta Laura: “Fuimos el último bastión de la parte de la campaña de Rosas. Tenemos el Fortín Mercedes, que en realidad surge como Fortín Colorado en 1833. Tenemos un asentamiento de comunidad salesiana con su espectacular santuario”.  El interior del templo es de una belleza particular. La bóveda esta tachonada de estrellas sobre un cielo azul. Estrellas que enmarcan telas adheridas a la bóveda y representan escenas inspiradas en el evangelio. Estas fueron traídas en barco desde Italia.

“Tuvimos la posibilidad de contar con los restos de Ceferino Namuncurá hasta el 2007, cuando por derecho de sangre fueron enviados a San Ignacio y nos quedamos con una vertebra ( la reliquia se exhibe en un altar del Beato ), pero con el amor y toda la pasión que tuvo durante todos los años de peregrinación.”

El complejo Fortín Mercedes comprende el santuario María Auxiliadora, el museo Padre Edmundo Vecchi y la réplica de Fortín.

Quienes deseen realizar reservas e inscripciones para la caravana turística  a las Salinas Chicas o conocer más datos sobre los otros atractivos se pueden comunicar al 2915740086.