El otro Luna Park: truco, bochas y recuerdos

Polvaredas es una localidad perteneciente al partido de Saladillo. Se encuentra a 29 km al este de la ciudad cabecera y la habitan un poco más de 300 habitantes. Sus calles de tierra, sus arboledas y sus casas centenarias le dan el encanto que tiene todo pueblo rural. Pero sin duda, hay un lugar que ha hecho que todos los amantes de las escapadas a esos pequeños sitios escondidos en la llanura bonaerense quieran conocerlo. Mezcla de bar, museo y cancha de bochas: el Luna Park.

Marcos y Estefanía desde hace unos años son los responsables de haber convertido a esta esquina en el corazón del pueblo. En charla con POSTALES DE PROVINCIA, habló del encanto de este lugar: “Nosotros creemos que tiene magia, es algo muy loco. Que una población tan chiquita como la nuestra cuente con un bar en donde no solo contamos con la gente del lugar sino con gente que viene de afuera a conocerlo es mágico. Mantiene muchas cosas nuestras, es un mini museo de Polvaredas, en cada antigüedad que hay, en cada herramienta está el alma de alguien nuestro que se fue o que no está, entonces eso es lo que lo hace mágico al lugar.”

Ellos nacieron en este rincón de Saladillo y los une una hermosa historia de amor y trabajo. “Cuando tenía diecinueve años me fui a vivir al campo y desde entonces ejerzo como peón rural, hace veinte y pico de años que estoy en un campo y el padre de Estefanía, mi pareja, cuidaba una casa de una escuelita rural a nueve kilómetros donde yo vivía, ahi nos conocimos. Yo soy nacido y malcriado en Polvaredas, tengo cuarenta y cuatro años, no tengo otro lugar más hermoso donde poder ir, el que me conoce sabe que lo digo porque puedo ir a cualquier lado, pero este el lugar, al que siempre vuelvo y del que nunca me iría. Con Tefi las circunstancias de la vida nos alejó, después nos volvimos a encontrar y ahí formamos una pareja y tenemos dos hijos hermosos, Lautaro y Ciro. Nosotros abrimos el buffet del Club Pampero y después se nos dio la oportunidad de tener el Luna Park y ahí me di cuenta que todas las cosas que yo iba juntando podrían compartirse con los demás, para que las vieran y ahí están expuestas en las paredes, en el piso, en el techo, por todos lados, cosas que fui guardando y otras que me fueron llegando cuando abrí el bar.”

La historia del nombre, que remite irremediablemente al mítico estadio de Avenida Corrientes y Bouchard, surgió por casualidad hace muchos años: “El Luna Park fue creado por Bruno, Bruno y hermano se llamaba. Cuando todavía pasaba el ferrocarril por el pueblo, se tenía que hacer cola para todo, para poder jugar a las cartas, para jugar a las bochas, era un lugar donde acudía todo el mundo y bueno, en una noche muy llena, un comensal empezó a agredir a otra la persona, verbalmente, este se para de la silla en la que estaba sentado jugando y le aplica un golpe de puño, el hombre termina cayendo cuando la puerta acumulando todas las mesas, las sillas y había un señor Funes, tartamudo, que empezó a decir a lo Monzón, a lo Monzón en el Luna Park y de ahí quedó el nombre. Tiene sesenta y pico de años llamándose Luna Park.”

En tiempos difíciles para la economía, resulta llamativo que en un pequeño poblado, abriendo solo por las noches de los fines de semana, resulte un negocio rentable. “Por eso también digo que tiene magia. Es algo que yo comento con otra gente que tiene rubro gastronómico y se que lugares así como el nuestro se hace insostenible seguir manteniéndolo como bar, pero yo quiero que sigan jugando a las bochas, quiero que se siga jugando a las cartas, al truco, al treinta y ocho. Es muy normal ver una familia muy grande comiendo y al lado están jugando al truco, esa magia del bar no se tiene que perder.  Yo soy peón rural y Tefy es auxiliar en la escuela o sea que en la semana tenemos entretenimiento para rato, trabajamos bastante y los fines de semana abrimos viernes, sábados y domingos desde las 8 de la noche hasta que se vaya el último comensal. Hacemos milanesas, hamburguesas, pizza y empanadas, todo medianamente casero. Ahora tenemos trabajando con nosotros a María y Angie, mi sobrina y mi cuñada, ellas son las que nos dan una mano porque esto empezó como un hobby y ahora en realidad cada vez depende más de la ayuda de otros porque hay veces que en realidad hay mucha gente.”

Este 19, 20 y 21 de abril, en el ex predio del ferrocarril, Polvaredas vivirá dos días de fiesta con una feria donde se pueden encontrar repuestos, accesorios de autos antiguos, bicicletas, motos y todo lo referido al mundo vintage, coleccionables, figuritas, encendedores ceniceros, muebles antiguos y todo lo que uno pueda imaginarse. 

“Este fin de semana se realiza la tercera edición de “Clásica Retro”, un encuentro de autos antiguos, la hace Gustavo Ferreira, mi primo hermano o sea que compartimos la locura, es un apasionado por las antigüedades y los autos y hay como setenta stands de vintage, cosas antiguas, y sobre todo venta de repuestos de autos antiguos, o sea que el que está armando un auto antiguo se viene a buscar ese repuesto que tal vez solo va a encontrar acá. Lo que genera Gustavo es increíble, es un movimiento muy grande para el pueblo que tenemos. La última edición creo que hubo como cuatro mil, cinco mil personas. Es algo hermoso, él ahora simuló, armó y lo va a dejar armado como si fuera una estación de servicio vieja con el surtidor y todo en la puerta y todo el mundo viene con su auto antiguo a sacarse la fotito.”

Uno de los símbolos del Luna Park es un viejo Chevrolet estacionado en la puerta del bar que esconde una increíble historia surgida de esos encuentros. “Ese auto llegó en una fecha de Autoclásica, en la segunda edición. Un señor que es de Puán, vino a comer a Polvaredas con una pareja de La Plata que compró un terreno en el pueblo. Y trajo el auto que era del padre con la ilusión de poderlo armar con el amigo. Bueno, pues los gastos fueron muchos aparentemente y lo pusieron a la venta. A Daniel, el chico este de La Plata le dije en forma de chiste, que lindo quedaría en la puerta del Luna Park. El lunes me fui a trabajar al campo, recibo una llamada, y era él, que me dice: “Chorcha” ( así me dicen ), mirá, el auto está en la puerta del bar, es tuyo. Pero como hago para pagarlo? Y me contestó: A ver si vos me entendés, mi amigo dijo que mientras venga a Polvaredas y vea el auto del padre parado en la puerta del bar, para él está pago el auto. Esa es la historia, es más, como lo paró Daniel, yo ni lo toqué, está en contramano, parado al frente del bar. “

Todo en este bar tiene que ver con el amor por las raíces, con la valoración de las cosas más simples y la esencia de un pueblo donde todos se conocen, por eso Marcos y Tefy sueñan con que este lugar perdure por siempre. “Lo pensamos todos los días. Es un trabajo cansador porque nosotros no vivimos de esto, gracias a Dios nos va muy bien. La idea de cerrar no está, sino de hacernos a un lado nosotros y que venga gente que tenga el mismo empuje para que siga este sueño. Cuando nosotros nos hicimos cargo el lugar estaba totalmente pelado, eran paredes blancas, tenía la magia del bar pero le faltaban cositas y a esas cositas se las sumamos nosotros y bueno la idea es que el día que nosotros dejemos siga gente con el mismo empuje, con las mismas ganas, con el compromiso que tenemos con el pueblo y con la gente que quiere venir a verlo. Nosotros somos conscientes que abriendo a la noche impedimos que mucha gente que anda en la ruta pueda llegar a verlo, pero no puedo negociar todos los domingos, los domingos son para mi familia. Pero si en la semana vemos a alguien parado, sacándose fotos o mirando por las ventanas, nosotros le abrimos las puertas y que saquen todas las fotos que quieran. De hecho, hasta hemos dejado gente adentro, nos vamos y después cuando volvemos cerramos. Eso también es la tranquilidad de estar en este pueblo. Yo creo que el que viene a ver esto, sabe que tengo cosas de muchísimo valor adentro y lo respetan Esa es la marca que tiene, que nadie se va a llevar nada y sabe que no tiene sentido que esté en otro lado. No tiene sentido llevarte algo que lo único que te significa es plata. Al contrario, hay gente que sin querer adornó el bar más que nosotros, me han regalado muchas cosas que están colgadas hoy en las paredes.”

Marcos destaca que su pueblo tiene como figura emblemática de su historia a un inventor autodidacta reconocido internacionalmente: Augusto Cicaré. “Es muy loco que nos vengan a ver por el bar y nadie nos pregunte por “Pirincho” Cicaré. El fue un genio a nivel mundial de aviación, fue el que hizo los primeros helicópteros en Polvaredas, sin tener tercer grado aprobado. El es el que inventó el simulador de vuelo, en Alemania, en Italia hablar de Cicaré es hablar de un monstruo en cuanto a aviación y el hombre fue nacido y criado aquí. Su primer helicóptero lo hizo con el espaldar de la cama de la madre soldado al fuego de una fragua que todavía está en condiciones de verse, a escondidas porque el padre decía que era un loco y entonces de noche se ponía a diseñar el helicóptero y durante el día iba a la escuela a renegar porque no le gustaba ir a la escuela.”

Cuando uno escucha la pasión con la que Marcos habla de su tierra y su trabajo, siente inmediatamente el deseo de alguna vez sentarse a tomar un vermut en una de sus mesas cargadas de historia. Con la simpleza y la sabiduría del hombre rural, reitera su invitación:” Hay cosas y lugares a los que no le damos el valor que le tenemos que dar porque las tenemos acá nomás y nomás al alcance de la mano. Es hermoso, tienen que venir. La  gente que viene al bar, deja que los chicos anden corriendo por la esquina, por todos lados, les damos los tejos y juegan y los padres no pueden creer que se diviertan tanto. Nosotros tenemos WiFi pero de hecho decimos que no tenemos. Queremos que se miren las caras más que los celulares.”