Por Daniel Temperoni
Ciclotimia argenta

Siempre pendientes de las subas y bajas, como en una montaña rusa, sabedores de que perderemos al menos lo bastante como para continuar complicados.
Los nombres y orientaciones políticas cambian según pasan los años, pero los efectos son igualmente devastadores para el trabajo y la producción.
Los ciclos en Argentina son tan anunciados que ya no merecen ninguna explicación.
Aquellos que dejaron 50 por ciento de inflación caen hoy sobre los que lograron duplicarla, los mismos que antes criticaban al otro lado del mostrador.
Eso demuestra que la política en los últimos 40 años de democracia no logró estar a la altura de las circunstancias y que en muchas oportunidades nos dejaron solos remando en altamar.
Hoy el proceso electoral se dirime entre los que tomaron 45.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional y los que se sentaron a negociar nuevas condiciones ante la sequía, la guerra entre Rusia y Ucrania, y los benditos acuerdos que eternamente el país firmó a contrapelo de su pueblo.
Entre 2018 y el presente, por tomar esa ventana de tiempo en la que el FMI viene monitoreando nuestra economía, justamente se corresponde con el recrudecimiento inflacionario y el descalabro de la política de precios.
Como si el colchón de dólares que han brindado lastimosamente los empréstitos acordados desde 1824, marcaran los estadios económicos de la población y el humor social.
Lo peor que podría haberse hecho en medio de la presión de los acreedores en la gestión Macri se concretó con la solicitud de plata al prestamista del barrio.
Lo más catastrófico del período Fernández se consolidó cuando se renegociaron las condiciones del abusivo convenio original.
Y como siempre ocurre, lo establecido por la Constitución Nacional en cuanto al Congreso no se cumple.
Si a ese contexto se le agrega que los gobiernos se sientan a negociar con los renglones locales que manipulan los hilos de la presión dolarizada, jamás el salario en pesos se corresponde con el esfuerzo del trabajo.
Salvo en honrosas excepciones, los que siempre ponen el hombro nunca reciben su justa retribución.
Será por eso de la ciclotimia argenta.