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POSTALES DE PROVINCIA

La historia de Dickens: el bar de los perros felices

viernes 10 de noviembre de 2023
La historia de Dickens: el bar de los perros felices

Chivilcoy es una ciudad ubicada en la zona norte de la provincia, a unos 160 kilómetros de CABA por la Ruta Nacional 5. Emplazada en la llanura de la pampa húmeda, sus excelentes tierras han permitido un gran desarrollo agrícola-ganadero. A pesar de superar los 70.000 habitantes según el último censo, sus calles arboladas le siguen dando ese clima de pueblo donde sus habitantes se mueven a un ritmo alejado del apuro de las grandes urbes. Por sus veredas caminaron personalidades como el escritor Julio Cortázar, que fue docente en sus años mozos, y el ingeniero Otto Krausse, fundador de la primera escuela técnica del país en 1899. Seguramente en alguno de sus bares, Pascual Contursi comenzó a garabatear la letra de alguno de sus tangos, y por alguno de los caminos que rodean la ciudad, el “obispo” Emilio Satriano aceleró sus primeros autos de carrera que lo llevaron a convertirse en un ídolo del Turismo Carretera.

Chivilcoy tiene en la actualidad un lugar muy especial, que de a poco se ha ido popularizando entre todos aquellos que aman a los animales. Enclavado en la esquina de Avenida Sarmiento y Las Heras, pleno centro de la ciudad, el bar Dickens es lugar de encuentro para compartir un café y una charla con amigos. Pero no es un bar cualquiera. Todo aquel que llega, sabe que allí hay unos seres muy especiales que siempre están dispuestos a brindar amor.

Camila Gallando, la propietaria del lugar charló en “Postales de Provincia” con Luz Dubedout y Beto Mena sobre esta particular historia.

No se molesten por la cantidad de perros “callejeros” que pueda haber en el interior del restaurante porque somos un lugar apto para mascotas y damos agua comida y mucho amor a estos ángeles que consideramos nosotros y sabemos que es difícil pero no están haciendo nada malo, solo vienen a buscar un poco de comida o refugio”. Así reza un cartel que está en la entrada para que nadie se asombre del clima que se vive en las mesas de este lugar.

Los perros callejeros son el alma del bar. Cuenta Camila: “Generalmente los que están acá son cinco, y bueno después viene uno, se va, viene el otro, hay algunos a los que de hecho le gusta estar afuera. Tenemos muchos clientes fijos que vienen a desayunar en compañía de su familia perruna, con sus propias mascotas, y hay quienes vienen solos y comparten un rato con los perros del bar.”

Corchito es, sin dudas, el personaje del lugar. Hasta tiene su propio merchandising, hay mantelitos de papel con su imagen junto a Charles Dickens, su figura está también en el ingreso al bar sobre la puerta, hay cuadros y hasta las sillas de las mesas ubicadas en la vereda tienen su imagen. “Este perrito llegó hace siete años, un día entró y nunca más se fue. Después nos enteramos que tuvo una historia de abandono atrás, había tenido una familia que se mudó de barrio y lo dejó, y bueno, él nos eligió y acá quedó. Antes lo había adoptado una vecina, que era proteccionista y tenía muchos perros, y él quiere protagonismo, no se adaptó y se le escapaba, hasta que apareció por acá. Antes de él hubo otros obviamente, muchos que se dieron en adopción, uno que se nos murió en noviembre del año pasado, fue el primero, que tenía 18 años y se llamaba Puccini. Le hicimos la plaquita recordatoria donde él siempre se acostaba.”

Si Corchito buscaba protagonismo, sin dudas aquí lo encontró. El ha sabido ganarse la simpatía y el cariño de todos los que pasan por esas mesas, a las que él se sienta como un parroquiano más. “Es como que él necesita esa compañía y también lo necesitan a él, porque viene mucha gente exclusivamente por Corchito.” En silencio, se acomoda en una silla y comparte un rato con cada uno, recibe las caricias y hasta posa para las fotos.

Pero no es el único habitante estable de Dickens. También están Manuel, Hugo, Lorenzo ( que llegó hace poco y está en adopción ) y Capuchina, una perrita a la que tiraron hace unos meses, que tuvo moquillo y la pasó muy mal, y que gracias al amor de Camila hoy está totalmente recuperada.

Hay clientes que tienen su preferido. “A Manuel, que es uno gordo, hay una señora que la mayoría de los días se lo lleva a dormir un rato la siesta con ella, porque quedó viuda y lo venían a ver todos los días. Entonces, como vive cerca, lo viene a buscar, se lo lleva un rato y después lo trae.”

Cuando las puertas del bar se cierran, los perros cuidan su lugar, no hay peleas entre ellos y a veces hasta aceptan que algún otro amigo de cuatro patas se quede a dormir si afuera llueve.

Las imágenes de este rinconcito de Chivilcoy ha comenzado a viralizarse en las redes y hasta han llegado canales de la TV nacional para mostrar este mensaje de amor. Pero detrás de todo esto, hay un trabajo permanente de muchos habitantes que tratan de darle a los animales abandonados otra oportunidad.

“Aquí desde hace muchos años hay mucho nivel de proteccionismo, hay mucha gente que se unió a la causa por suerte. Tenemos una ONG que se llama Chivilcotas, que hace 13 años está funcionando donde hay alrededor de 100 perros. Muchos están en un lugar que tenemos para alojarlos, otros los dimos en adopción, algunos están en nuestras casas, otros están en tránsito  y así va funcionando esto para tratar de solucionar este problema.”

Como tantas otras organizaciones, Chivilcotas, debe agudizar el ingenio para poder seguir costeando los gastos que significa tener sanos y alimentados a todos los perros que se van rescatando. Por ejemplo, todos los viernes a la tarde, en el bar se hace una feria americana con ropa que dona la gente y con eso se consigue algo de dinero para el refugio.

Evidentemente, Dickens no es un bar como otros. “Quizás he perdido mucho público con esto porque hay gente que entra, abre la puerta, ven perros y se van, lamentablemente. De hecho, ahora que la historia de Corcho se ha vuelto viral, también son muchas las críticas. Pero creo que no es para criticar, hay muchas otras opciones, elegí otro lugar y vas a estar más contento. Por suerte hay muchos negocios, casas de ropa, librerías, que aceptan perritos adentro. Los perros no son una molestia sino que son una compañía y forman parte del lugar. Ellos no van a las mesas a pedir comida, están allí para  compartir un momento o están en el suelo durmiendo, haciendo su vida de perro normal. Aparte los tenemos con todas las condiciones sanitarias, castrados, vacunados, desparasitados, van a la peluquería cada 15 días, o sea nos pasamos corriendo para que nadie vea nada sucio.”

Aunque como proteccionista, Camila sabe de gente que adoptaría a cualquiera de los integrantes del “elenco estable” del bar, no podría jamás desprenderse de Corchito y sus amigos: “Ellos no se dan, porque ellos ya son nuestra familia, hace muchos años, y tampoco tendrían una vida hermosa porque ellos nos aman a nosotros como nosotros a ellos.”

Como se sabe, todos los perros van al cielo, pero en Chivilcoy, muchos de ellos antes, pasan por la esquina de Sarmiento y Las Heras.

Para quienes quieran conocer más de Camila, Corchito y sus amigos, pueden encontrarlos en @dickens_restobar o @chivilcotas.ong

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